
Doña Rosa, superando la soledad
Nunca imaginé que a esta edad encontraría un lugar tan lleno de amor y cariño. Durante años estuve sola, y la soledad se convirtió en una compañera constante. Cuando mi hija me sugirió que viniera a esta fundación, no estaba segura, pero al llegar, todo cambió. Aquí encontré algo que no había tenido en mucho tiempo: paz y compañía. Me siento apreciada, y las actividades que hacemos me mantienen activa y feliz. Ahora, en lugar de pensar en la soledad, me enfoco en disfrutar cada día.